Los espacios verdes están volviendo a cobrar importancia en el entorno urbano después de muchas décadas de construcciones masivas y del dominio del cemento. No obstante, los beneficios de contar con éstas áreas no se pueden obviar y menos aún en el marco de las smart cities. Aunque muchas ciudades no cuentan ya con muchos espacios libres y amplios para plantar árboles o instaurar jardines, han surgido otras alternativas increíblemente originales que vuelven a oxigenar las urbes por todo el mundo.
Y es que quién dijo que los jardines tenían que ser horizontales y estar plantados en el suelo. Muchos jardines verticales adornan fachas de edificios, así como los llamados muros verdes que no solo ejercen una labor decorativa, sino que convierten esas zonas más frescas con un aire más limpio.
Las azoteas también han cobrado especial importancia en cuanto a la plantación de huertos urbanos y jardines de secano. Son una ventana a un entorno relajado, libre de estrés donde convivir con otras personas sin necesidad de ir a un parque o fuera de la ciudad. Este auge por el ajardinamiento atrae biodiversidad a lugares donde ya prácticamente no había a causa de la contaminación y falta de espacio para diferentes organismos. Además, son beneficiosos para la gestión del agua en las ciudades ya que la lluvia queda retenida en la vegetación y aumenta la humedad del ambiente.
De la misma forma ayuda a mitigar los efectos del cambio climático que impactan directamente en las personas como las olas de calor y la desertificación.
Se ha demostrado que combaten el fenómeno térmico llamado isla de calor en las zonas de edificación masiva, ya que las áreas verdes pueden disminuir hasta un grado la temperatura del lugar donde se encuentran. También son reductores del estrés sonoro de las ciudades puesto que son capaces de reducir la reflexión del sonido hasta 3 decibelios
Esta tendencia mejora la calidad de vida de las personas ya que dota las atmósferas de los núcleos urbanos de un aire mas limpio, siendo beneficioso para prevenir enfermedades respiratorias y para aliviar a quienes las padecen. Además, reducen el estrés y mejoran el ánimo de la gente por su calidad como elemento visual. Los colores verdes y los sonidos de los pájaros relajan la mente, mientras que las explosiones de color de las flores y otras plantas provocan felicidad por la observación de un paisaje bonito.
Los olores que desprenden los jardines también provocan un impacto positivo en el cerebro y el paisaje activa y fomenta la realización de actividades al aire libre, lo que puede ser positivo para aumentar la conciencia ambiental. Afortunadamente cada vez es más común la integración de la naturaleza en los núcleos urbanos no solo como elementos decorativos sino actuando en simbiosis con los demás elementos del entorno permitiendo la mejora de la calidad de vida de las personas y poniendo en valor los elementos naturales como indispensables.
Prueba de ello son los edificios inteligentes que utilizan las plantas de sus fachadas como filtros para purificar el aire del interior y bajar la temperatura evitando o disminuyendo el uso del aire acondicionado.